Haciendo una radiografía de las personas que trabajan en nuestras boticas, podemos hacer un análisis por tipos.
Podemos encontrarnos el que está motivado, tiene experiencia y sabe hacer las cosas. A éste tipo de empleado deberíamos delegarle funciones, que no responsabilidades, pues estas últimas son exclusivas del farmacéutico titular.
También está el personal laboral muy motivado, pero con poca experiencia. Estos son los que se comen el mundo porque tienen actitud.
Otro perfil es el que no está motivado, pero tiene mucha formación. A este profesional hay que apoyarle y ver por qué no está motivado; a lo mejor es porque piensa que ya no puede llegar a más en la farmacia.
Y por último, el desmotivado y sin experiencia, estos últimos no tienen cabida en ningún equipo.
El farmacéutico titular debe conocer a las personas con las que trabaja,
cada colaborador debe realizar su tarea de una forma consciente, aportando ideas e iniciativas para la mejora de los problemas diarios de su puesto. La idea es transmitir que el trabajo no es el mero cumplimiento del expediente.
Es bueno que el titular haga un seguimiento mediante reuniones periódicas con su equipo para determinar el cumplimiento de los objetivos de mejora, este control, es aconsejable que sea sobre los resultados y expectativas reales. Debemos crear una mentalidad de comunidad de intereses y hacer un equipo que trabaje de manera conjunta en la farmacia
Establecer un cuadro de mando puede ser útil, a juicio de la mayoría de los farmacéuticos. Y es que, muestra la necesidad de realizar acciones correctoras y facilita que sea el equipo quien se evalúe y busque alternativas antes de que se las indiquen.
