Ofrecer nuevos servicios asistenciales en la farmacia, puede suponer una fuente de ingresos extra, apostando por los servicios de calidad, la idea es fidelizar y aportar valor al paciente con servicios innovadores, es una oportunidad para generar ventas cruzadas y ayuda a convertirse en referente de salud de la zona de influencia. Pero a pesar de estas ventajas, no todas las oficinas están preparadas para llevarlos a cabo, bien porque no calculan adecuadamente su viabilidad económica o porque no realizan ningún análisis previo a su implantación.
El talón de Aquiles en las farmacias que ofertan servicios asistenciales, está en no disponer de un protocolo de captación de pacientes, no comunicárselo a los posibles usuarios y sus cuidadores, no disponer de herramientas de control de la evolución del servicio para hacer un seguimiento exhaustivo de la marcha de sus acciones y no hacer recordatorios periódicos -tanto al equipo como a la población- para que el servicio no muera por falta de inclusión de nuevos pacientes.
Los servicios deben ser rentables y sostenibles en el tiempo, aunque la farmacia está acostumbrada a ofrecerlos gratis, lo que no cuesta dinero, no se valora, ni obtiene la misma implicación y grado de compromiso por parte del cliente, es importante disponer de una zona de atención personalizada, diferente al mostrador, ya que la realización de un servicio requiere tiempo, espacio y privacidad. También es necesario agendar las visitas, y hay que organizar el tiempo para no desatender otros servicios
El principal error que cometen algunas farmacias, es no tener en cuenta el coste que les va a suponer, no nos referimos a los costes evidentes de comprar una máquina para el análisis de la piel, reactivos para la sangre o bandejas reutilizables del SPD, por ejemplo, sino al tiempo necesario para prestar el servicio.
A la hora de calcular el gasto hay que tener en cuenta tres tipos de costes: El variable, como por ejemplo los reactivos; el diferencial, que podría ser el relativo a la compra de una máquina para hacer SPD dividido entre su vida útil, y el coste de personal. En este último, si la prestación del servicio no supone una contratación extra, dependerá del criterio del titular incluirlo en el cálculo de la rentabilidad.